Indígena de la república: una definición política y una relación social

El primer paso de la emancipación es saber quiénes somos, lograr autodefinirnos. Hasta ahora son los otros quienes nos han definido y nosotros hemos retomado categorías elaboradas de manera externa a nosotros para hablar de nosotros mismos: trabajadores inmigrantes, franceses provenientes de la inmigración, beurs1, jóvenes de los suburbios, representantes de la “diversidad”, negros, árabes, bereberes, magrebíes, musulmanes, etc. Categorías todas que nos fragmentan y, sobre todo, expresan nuestra exterioridad en relación a la sociedad francesa en la que vivimos. Pero, de hecho, nos es imposible autodefinirnos fuera de ellas por la simple razón de que, por estigmatizantes que sean, contienen una parte de verdad.

Estamos en efecto fragmentados por historias que son en parte diferentes, que han sido forjadas de manera específica por la colonización, y somos, a pesar nuestro, efectivamente externos a la sociedad francesa aunque formamos parte de ella.

Dicho de otra manera, no podemos verdaderamente sustraernos a las categorías impuestas, pero podemos subvertirlas, incluso revertirlas contra ellas. La república, que privilegia a los blancos-europeos-cristianos, que se dice no-racial, no-étnica, se dice igualitaria, ciudadana, universal. Le respondemos: “Es mentira. Hay masas, en Francia, que son racializadas, privadas, de una u otra forma, de la ciudadanía y a las que no se les considera seres humanos de pleno derecho”. Esta respuesta está plenamente resumida en la fórmula que pusimos como título en nuestro Llamado de enero de 2005: “Somos los indígenas de la república”. Autodefinirnos como “indígenas de la república” es un acto de resistencia plena dado que nos permite develar la realidad de la república y resaltar la comunidad de intereses políticos de quienes son originarios de las colonias o de las antiguas colonias.

Cuando recurrimos a las fórmulas “negros”, “árabes”, “musulmanes” no ignoramos todo lo que pueden tener de reductoras, pero con ellas subrayamos cuáles son las poblaciones que constituyen hoy los blancos principales de la estigmatización racista. También es una manera de decir: “No es cierto que en esta república solo hay ciudadanos, ‘seres universales’”; existe una fractura racial que opone a los blancos-europeos-cristianos, los que no lo son”. Sobre todo significa: “Rechazamos el mandato republicano de blanquearnos, desarabizarnos, desislamizarnos”.

La fórmula “indígenas de la república” es por lo tanto una fórmula política, pero esconde también una relación social. Dicho de otra manera, no se puede definir a los indígenas de la república independientemente de los ciudadanos de la república. La pregunta no es “¿qué es un indígena de la república?”, sino “¿qué determina la relación social que llamamos indigenado?”

Para responder a esta pregunta en pocas palabras diré que el indigenado es la relación, resultante de la colonización, que produce y reproduce a las razas. El indigenado produce jerarquías de estatus, simbólicas y políticas, entre grupos humanos en función de su grado de humanidad, ya sea evaluada en términos biológicos, religiosos o culturales, y ya sea transmisible de generación en generación por herencia o adquisición. El indígena ve el mundo a partir de su posición en el mundo; el blanco, aunque sea bueno, tiene una mirada blanca. Pero, al decir que el indigenado es una relación que produce y reproduce a las razas, no hago alusión más que a una de las facetas de esta relación. La segunda de ellas, o la segunda manera de decir exactamente lo mismo, es lo contrario: el indigenado es la relación que prohíbe, se podría decir que “des-produce”, las razas. O si se quiere, el indigenado es una relación de lucha social en la que lo que está en juego es la producción o la destrucción de las razas. O también, a la opresión racial la acompaña constantemente su contrario, la resistencia racial contra la existencia de las razas. Por eso, por analogía con otra forma de relación social conflictiva, pienso que se puede hablar de “lucha de razas sociales”.

Una pequeña observación en relación con la noción de resistencia. Solo para decir que no hay que entenderla necesariamente como lucha colectiva, frontal, consciente de sí misma y de sus objetivos. Esa es sin duda la forma suprema, pero hay que comprender también una lógica de resistencia hasta en el mínimo de los comportamientos individuales, incluso cuando este consiste en buscar esquivar la opresión racial. Así, en el comportamiento de quienes llamamos a veces “traidores” o “idiotas que no entienden nada y se ilusionan con la república”, siempre hay que buscar la ambivalencia: su sumisión o sus ilusiones contienen también en parte una forma de resistencia, no fuera más que en la tentativa ilusoria de escapar individualmente al estatus de persona racializada. Decir esto no quiere, por supuesto, decir que no hay que combatir enérgicamente a quienes, entre nosotros, colaboran directamente con el sistema, sea cual sea el significado contradictorio y los motivos de su acción.

Sadri Khiari, Miembro del PIR

Fuente: Construire une organisation politique autonome anticolonialiste” (Construir una organización política autónoma anticolonialista)

Traducido del francés por Dulce María López Vega.

1Beur se refiere a los descendientes de la inmigración proveniente del Norte de África

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